lunes, julio 28, 2008

CAMINO EN TUS ZAPATOS...

lunes 28 de julio de 2008
Camino en tus zapatos
por Sonia M. Rosa-Vélez

Camino con tus zapatos que son dos tallas muy pequeños.
Me visto con tú vestido que es talla cero.
El g-string ni lo menciones, es algo totalmente ajeno,
extensiones de cabello,
pestañas postizas,
La manicura y la la pedicura francesa.
La cartera de marca,
el carro nuevo,el vestido de boutique.
He tratado de vestirme de ti,
Caminar en tú vestido,
vestirme de tú disfrás pero soy mujer de sandalias,
zapatos deportivos,
ropa sin marcas, uñas mordisqueadas, carro viejo,
y ropa interior blanca...

sábado, julio 26, 2008

No me digas que si, si no lo sientes.
No me digas que si, si no lo entiendes.

viernes, julio 25, 2008

Somos cafres y a mucha honra

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Es con demasiada frecuencia que utilizamos palabras sin conocer su historia y su verdadero significado. Hoy llegó a mi buzón de correo electrónico un mensaje titulado Reglas para eliminar las cafrerías, instando a todos los boricuas a no ser cafres y a no utilizar cafrerías del lenguaje y la moda. Recordé el significado de la palabra pero tuve, más bien por hábito, que verificar en el Diccionario en línea de la Real Academia Española (www.rae.es), y allí estaba:
cafre.
(Del port. cáfer[e], y este del ár. clás. kāfir, pagano).
1. adj. Habitante de la antigua colonia inglesa de Cafrería, en Sudáfrica. U. t. c. s.
2. adj. Bárbaro y cruel. U. m. c. s.
3. adj. Zafio y rústico. U. m. c. s.
Cuando optamos por llamar a una persona “cafre” el menor insulto que le estamos llamando es rústico. Sin embargo el insulto del que viene cargada la palabra es uno de connotación racial de clasismo y racismo. Cuando le llamamos a otra persona cafre, le estamos diciendo salvaje, pagano, cruel, bárbaro y sobre todo le estamos llamando negro . Asumiendo que el color de su piel lo convierte en un humano inferior. Un cafre era un habitante de las tribus del Sur del África, conocida como la Cafrería. Por supuesto, los pobres cafres no dominaban el idioma español porque los habían secuestrado, utilizando todo tipo de crueldad y violencia para esclavizarlos. Cuando alguien lo llama a usted cafre le están diciendo entre otras cosas: negro, esclavo, ignorante, animal de carga, bestia, rústico y salvaje del sur, sureste del África y la persona que lanza el insulto se está ubicando en un pedestal de superioridad porque no es negro, es educado, refinado, habla y escribe bien el español es culto y el color de su piel es varios tonos más claro que la suya.
Es por eso que quiero gritar a voz en cuello que quiero ser cafre y si no lo soy quiero averiguar con detalles de que lugar específico de África son mis ancestros. Deseo con sinceridad que sean de la región de Cafrería para decirle a mis hijos y a mis nietos: -“Lleven su frente en alto. Nosotros somos cafres y a mucha honra.”

jueves, julio 24, 2008

Leyendas Urbanas

por Sonia M.Rosa-Vélez

Las denominados como leyendas urbanas porque ya no hay ruralía en Puerto Rico pero en algún momendo de su vida fueron leyenas rurales, leyendas de agua, leyendas taínas.
Dicen los que en verdad saben y de esos quedan muy pocos y comprometidos que las hermosas ciguapas vivían en los ríos de la isla. No vivín en cualquier río tenían que ser ríos con cascadas, con caídas de agua, impresionantes y ruidosas, detrás de las cuales se escondín para queno vieran sus pies invertidos y nadie escuchara los gritos de los hombres que ellas devoraban.

miércoles, julio 23, 2008

Un fuego

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Déjate mirarte lentamente, detalle a detalle,
mientras un fuego se enciende entre tus ojos y los mios tan distintos,
entre tus labios y los mios que no saben,
el sabor de las bocas mentirosas,
el sabor de las bocas que se miran y no se tocan.
Permíteme mirarte lentamente,
no quiero que se apague este fuego, que hoy entre nosotros chispa a chispa se enciende.

lunes, julio 21, 2008

2012

Por Sonia M. Rosa-Vélez


Está escrito en piedra,
en un calendario de los sabios Mayas,
sanguinarios Mayas,
Que nos avisaron que ya el fin se acerca,
y nadie comprende que es el fin del fin,
el alineamiento, saldrán de las cuevas los gemelos cósmicos, dioses de Xibalba,se acabarán, los días, los meses, minutos y años y ya no escribirán otro calendario, en los escalones de los edificios ocultos en selvas, llenos de serpientes, reales y de sombras, creadas por planetas.
Está escrito en piedra, por nuestros ancestros,
mira el calendario y cuenta los días qu e ya nos acercan a el fin del fin, el fin de la Tierra.

Agua de beber

POr SoniaM.Rosa-Vélez


Agua de beber,
agua de tomar,
un veneno claro, que todos a diario, debemos tomar.

Versos rechazados

Por Sonia M.Rosa-Vélez

Perdones nuevos, cursis y rosados,
que maullan canciones de amores como hacen los gatos
En madrugadas calurosas y cansadas,
de las vocas de bardos que maullan solo excusas de infidelidades mal pensadas,
de palabras que nunca volverán, ni serán olvidadas,
de amores, cansados, no correspondidos, de versos recitados al vacío, al olvido.

lunes, julio 14, 2008

Curutá, Curutá

por Sonia M.Rosa-Vélez

En cada oportunidad que podía escapar de la lista de tareas que mi madre me tenía, el camino seguro era la senda a la charquita de Don Babilonia. Un hombre bueno y alto que también ayudaba al borracho del barrio, Curutá, que vivía en aquellas inmediaciones idílicas como una fiera salvaje.

Curutá era un hombre bajito, viejo, curtido y apestoso, vestido de ropa que en algún momento habia sido blanca y ahora era marrón , rojiza, sucia. Cuando tenía hambre se asomaba al portón de mi casa y le pedía comida a mi madre. Mi madre para algunas cosas tenía un corazón de piedra pero si el asunto era comida o hambre ella dejaba de hacer lo que estaba haciendo y le cocinaba algo al vagabundo. Esta vez muy seria le ordenó que se sentara en las escaleras de la cocina mientras ella le hablaba como si el fuera un ciudadano ejemplar. Don Curutá- le puedo hacer una harina de maíz y darle una lata de café con leche. Curutá dijo que si entre dientes, mientras ella trajinaba en la cocina sin miedo de aquel hombre detestable. Todas nosotras estábamos escondidas en nuestros cuartos porque nosotras si le teníamos a el Curutá.

Lo veíamos bajar la cuesta de la casa de mi padrino y comenzábamos a cantar:
-Curutá, Curutá, y el contestaba en medio de su borrachera:
-Y que bueno que está.
-Curutá, Curutá
-Y que bueno que está, mientras bailaba como el mejor bailaor para el público infantil que lo vitoreaba. El único problema era que cuando no estaba borracho era una fiera y perseguía a los niños que le cantaban la canción del Curutá.


La casa se lleno a olor a canela, coco, maíz, café y azúcar morena. El pobre hombre se quemaba casi tragándose el banquete que mi madre le había servido. Una lata grande de café con leche de vaca humeante y dulcecita. Un platón de harina de maíz con coco y una docena de galletas Sultana con mantequilla.

Luego que terminó ella echó todos los intensilios que él utilizó en una olla de agua hirviendo con Clorox.

Ella parecía un perro guardián frente a la puerta de la cocina. Yo estaba pegada de su falda cuando la escuché decir. “-Si algún día se quiere bañar venga por la mañana cuando las nenas estén en la escuela y mi esposo esté en el trabajo. Yo le puedo regalar alguna ropa de mi esposo. No me gusta verlo en harapos”.

El hombre bajó la cabeza sintiendo el dolor de mi madre. Ella muy bajito le dijo: -“La bendición” y el dijo entre dientes: -“Dios y la Virgen Santísima me la bendigan mi’ja”.

Mariachis

Por Sonia M.Rosa-Vélez

Canciones de Mariachis olvidados,
que solo se cantan tarde en balcones muy lejanos.
Con historias de amores que ya no existen,
Cuentan la historia de un romanticismo triste,
Llevan mensajes que viajan por las ondas sonoras, a paso lento, en estos días de mensajes instantáneos,
De mensajes de texto abreviados.

viernes, julio 11, 2008

Alguien vive al final de la calle

Por Sonia M. Rosa-Vélez


Alguien vive al final de la calle,
su corazón es tuyo y ni lo sabes, mientras lloras, esas lágrimas eternas
él está en su casa y te espera, con amores nuevos regalados,
con besos que ninguna otra a estrenado, Con canciones que el ha escrito para ti y son nuevas, y tú aquí llorando por un muerto, desamores que debes abandonar en un desierto.
Alguien espera por ti al final de la calle,
su corazón te espera y ni lo sabes.

jueves, julio 10, 2008

No tuvo niñéz

por Sonia M. Rosa-Vélez

La muerte

Llegué al hospital junto con mi madre. Ella se quedó calmada, creo que para no asustarme. Inmediatamente le cerró los ojos y comenzó un rezo candencioso. Mi padre, había muerto.

El hijo de la hechicera

Le pedí trabajo. El sabía que mi padre había muerto y que yo era el mayor. Me miró a los ojos con odio. No entendía porque él me odiaba hasta que gritó:
-Regresa a la cueva de donde saliste. Yo nunca le daré trabajo al hijo de la hechicera.

El día que aprendí a guiar


Mi padrino, me recogió bajo su ala en la tienda de la Central. Despachaba rápido y con una sonrisa todo lo que me pedían. Un día un hombre me tiró unas llaves. Me cogió de sorpresa. El mio es el 123, estaciónalo al lado del hotel. Así aprendí a guiar camiones de caña.

La escuela


La maestra era loca conmigo, le encantaba que yo escribía bonito y que me gustaban las matemáticas. Todavía recuerdo cuando llegaba montada a caballo a la escuela. La Misis Irene Rivera.

Béisbol


El año pasado fui a visitar a mi hija. Mi nieto es pelotero, como yo, ese brazo de lanzador lo sacó de mi lado de la familia. Como aquellos días en los que practicábamos detrás de la Central. Todos éramos iguales, excepto Héctor que tenía polio. Practicamos y practicamos hasta que conseguimos salir a competir con un equipo de Aguadilla. Llegué con una alegría inmensa a decirle a la vieja, mi querida Lola que necesitaba que me comprara el uniforme. Ella no levantó la vista de las barajas que lanzaba con agilidad sobre la mesa y me dijo: No tenemos dinero para uniforme. Hasta ahí llegó mi carrera de pelotero.

Manta Roja

Manta Roja:
¿Qué hubiera pasado si Caperucita Roja hubiese sido una india taína?

Por Sonia M. Rosa- Vélez


Había una vez una niña taína muy bonita. Su madre le había tejido una hermosa manta roja y la niña taína la llevaba tan a menudo que la gente comenzó a llamarla Manta Roja.

Un día su madre le pidió que le llevara una canasta llena de yucas, batatas, piñas y ajíes a la abuela que vivía en otra aldea al cruzar el río. Su madre le pidió que hiciera su caminata por el borde del río y que en la parte menos profunda del río cruzara. También le recordó acerca de la malvada jutía que vivía por aquellos lugares y que se rumoraba era tan y tan despreciable que había intentado comerse a los niños de la otra aldea.

Manta Roja recogió la cesta con las yucas y las otra delicias y se puso en camino. La niña tenía que caminar por el río para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: el guaraguao y los zun-zunitos.

Como estaba distraída luego de que sus amigos se marcharon volando de repente vio a la jutía, que era enorme, delante de ella.

- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó la jutía con su voz ronca.

- A casa de mi abuelita- le dijo Manta Roja, desobedeciendo los consejos de su madre que siempre le había advertido que no hablara con animales extraños.

- No está lejos- pensó la jutía peluda y apestosa para sí, dándose media vuelta y caminando desenfadada.

Manta Roja puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - La jutía se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de las yucas.

Mientras tanto, la jutía que era muy astuta se fue a casa de la abuelita, llamó suavemente a la entrada del bohío y la anciana le abrió pensando que era Manta Roja. Un guerrero que pasaba por allí había observado la llegada de la infame jutía.

La jutía devoró a la abuelita y se puso el collar de camándulas de la desdichada, se metió en la hamaca, se arropó con una manta negra y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Manta Roja llegó enseguida, toda contenta.

La niña se acercó a la hamaca y a pesar de la oscuridad del bohío vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más chiquitos y brillosos tienes!

- Son para verte mejor- dijo la jutía tratando de imitar la voz de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más chiquitas y peludas tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo la jutía.

-Abuelita que naríz tan grande y negra tienes.

_ Es para olerte mejor- susurró la jutía.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes y afilados tienes!

- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, la jutía malvada que nunca saciaba su hambre se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

Mientras tanto, el guerrero se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones de la jutía, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en el bohío de la abuelita. Pidió ayuda a un naboria y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y a la jutía tumbada en la hamaca, dormida de tan harta que estaba.

El guerrero sacó su macana y comenzó a darle golpes al vientre de la jutía. La jutía despertó sorprendida y adolorida. Entonces el naboria le abrió el estómago con su hacha. La Abuelita y Manta Roja estaban allí, ¡vivas!.

Para castigar a la malvada jutía, el guerrero la arrastró hasta donde estaba el behique de la aldea que después de llenarle el vientre de piedras y cerrarlo, le lanzó un hechizo. Cuando la jutía despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó. Cuentan los que pasan por aquel río que la jutía vive atrapada en las profundidades del río y que no puede salir a la superficie a pesar de sus esfuerzos.

En cuanto a Manta Roja y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Manta Roja había aprendido la lección. Prometió a su abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su abuelita y de su mamá.

El guerrero quedó prendado de Manta Roja y rápidamente habló con la abuela para que llegado el momento Manta Roja fuera su esposa. Es de ahí en adelante que los taínos decidieron ser enemigos de las jutías cazarlas y comérselas.

FIN

martes, julio 08, 2008

Si nos dejan...

Por Sonia M.Rosa-Vélez


Cambiando canales en la tele casi en automático escuché la canción por primera vez.

Si nos dejan
nos vamos a querer
toda la vida.

Si nos dejan
nos vamos a vivir
a un mundo nuevo.

Yo creo podemos ver
el nuevo amanecer
de un nuevo día.

Yo pienso que tú y yo
podemos ser felices
todavía.

Si nos dejan
buscamos un rincón
cerca del cielo.

Si nos dejan
hacemos con las nubes
terciopelo.

Y ahí, juntitos los dos,
cerquita de Dios,
será lo que soñamos.

Si nos dejan
buscamos un rincón
cerca del cielo.

Si nos dejan
hacemos con las nubes
terciopelo.

Y ahí, juntitos los dos,
cerquita de Dios,
será lo que soñamos.

Si nos dejan
Te llevo de la mano corazón
y ahí nos vamos.

Si nos dejan
de todo lo demás
nos olvidamos.

Si nos dejan, sin nos dejan.

Autor: José Alfredo Jiménez

Era la canción tema de una novela colombiana cursi y predecible por demás. Pero la combinación del Mariachi, gente linda y letra dulce y empalagosa de amor me hicieron detenerme en el canal.

Desde ahí me hice fan de "La hija del Mariachi". Todos los días a la misma hora la tele era mía o era prisionera de la tele. Mis hombres, mi esposo y mi hijo se burlaban a viva voz de mi afición al novelón y cantaban a dúo y en armonía, en sus voces de primeros tenores la introducción musical de la novela.

Si nos dejan
Te llevo de la mano corazón
y ahí nos vamos.

Si nos dejan
de todo lo demás
nos olvidamos.

Si nos dejan, sin nos dejan.

Yo suspiraba viendo a los protagonistas sufrir de amor. Viendo como el mundo, el mal, las clases sociales, las mentiras los separaban, cuando en realidad siempre acababan uno en brazos del otro y fotografiaban muy bien, él con su falso acento colombiano, ella perfecta en su traje de Mariachi y en paños menores también.

Me enamoré del amor imposible y de la magia de los Mariachis cantando a todo pulmón canciones de amores problamáticos, frágiles...

La novela concluyó con el final felíz simplón y esperado y yo me quedé flechada con los Mariachis...

Sabor a Mary Jane

por Sonia M.Rosa-Vélez

En mis días de niñéz, en aquella época cuando los dinosaurios todavía habitaban las costas de Puerto Rico, las niñas de mi casa teníamos dos opciones.

Opción 1: Comprar dulces con los 10 centavos que nuestra estricta madre nos daba cada día cuando marchábamos a la escuela.

Opción 2: Utilizar los diez centavos para regresar a casa en transporte público, regresar en los odiados carros públicos. Opción que sabiamente usábamos solo cuando había mal tiempo.

Todos tenemos comprometidas una serie de neuronas en recordar sabores, olores y momentos de nuestra infancia. Me asombro con frecuencia al poder recordar con exactitud lugares, olores y sabores de aquellas épocas lejanas.

Mi Hermana mayor Cuchy y yo íbamos a la misma escuela, Cuchy estaba en sexto grado y yo en primero. Ella era mi protectora (Mi“bully” personal). Ella era del tipo “mosquita muerta” y nadie se pensaba que Cuchy peleaba como las mejores, especialmente cuando había que defenderme a mi.

Como de costumbre ella y yo nos detuvimos luego de salir de la escuela en la tienda de la 15 y pedimos 10 Mary Jane y dos maltitas. Ibamos a caminar a la casa, el camino era largo pero íbamos contentas. Tremendo desarreglo. Mami era muy estricta y en casa no se compraban dulces, excepto en ocasiones especiales. Estábamos apunto de comernos el manjar cuando escuchamos gritos, oímos disparos… Cuchy me tiró al piso y me protegió con su cuerpo. Unos hombres se disparaban desde un Jeep a un carro fue todo los que pude pude ver con una hendijita que había entre nuestros cuerpos. Cuando terminaron los disparos Cuchy tomó los bultos de ambas, los Mary Jane, me agarró de la mano y corrimos sin parar hasta la casa, pasando como dos aves en huída el cementerio municipal y el camino flanqueado de cañaverales en ambos lados.

Recientemente fui con mi hijo a una tienda de la franquicia Michael’s donde venden manualidades. ¡Que sorpresa! Al lado de la cajera registradora tenían bolsitas de Mary Jane’s. Mi hijo nunca había saboreado ese exquisito dulce de maní. Mientras comíamos juntos en el carro le conté nuestra aventura infantil y él tenía cien preguntass. La que más me llegó fue- ¿Acaso no es maltrato, el dejar a dos niñas solas caminar solas por un cañaveral? Mi respuesta fue simplista . –“Eran otros tiempos”.

Esa noche mi hermana Cuchy yo fuimos cómplices otra vez cuando rescatamos el contrabando de Mary Jane’s maltratados y los comimos sentadas hombro con hombro, mientras escuchábamos al viento golpear las guajanas de el cañaveral contiguo.

domingo, julio 06, 2008

Henry Ronaldo Kissinger

Por Sonia M.Rosa-Vélez

Henry Ronaldo Kissinger era el nombre que le habían dado sus padres. El nombre en realidad le quedaba grande por eso cada uno le tenía su apodo: unos le llamaban Hen, otros Naldo, otros mucho más minimalistas le llamaban Ki y estaban por último los que le llamaban Singer.

¡ Qué lío! Tener tantos nombres era casi un permiso para tener varias identidades. Y así lo hizo Henry Ronaldo KIssinger adoptó múltiples personaliades que le caían como anillo al dedo a los apodos que le habían dado.

Hen era un tipo calmado, dormilón, pausado. Naldo era amigo de los Mariachis, escaparse hasta altas horas de la noche, y como todo el extravagante que era solo bebía agua con hielos y si no había hielos mejor se moría de sed. Ki era chistoso, sonreído, siempre buscando con quien jugar juegos viejos y juegos nuevos. Singer era un genio de los trucos, gimansia, brincar obstáculos, un general del órden y la agilidad.

Henry Ronaldo Kissinger el poodle con múltiples peronalidades.

jueves, julio 03, 2008

Cuando yo muera

por Sonia M. Rosa-Vélez


Cuando yo muera ve y siembra un árbol,
planta semillas en mi panteón,
escribe un verso que nadie entienda ,
y dile al mundo que te dí amor.
Cuando yo muera no sufras mucho,
recuerda yo seré tu inspiración,
y cuando por fin te encuentres solo,
tú podrás escribir una canción.
Cuando yo muera guarda un retrato
de la novia que te dijo si ...,
un seis de enero ,vestida en blanco,
mientras temblaba pegadita a tí.
Cuando yo muera ,dile mi nombre...,
enséñale que de verdad le amé.
Dile a mi hijo que es angel único,
y que mi vida transformada fué
en el momento que lo vi nacer.
Cuando yo muera sigue viviendo,
cuando yo muera guárdame un beso,
cundo yo muera busca una estrella,
cuando yo muera
dale tu amor a una mujer bautizada de emoción ,
que te cobije y te de calor .
Cuando yo muera guárdame un rincón,
porqué yo fuí tu primera pasión.

Nana del abuelo

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Véngase aquí bien cerca muchachito,
porque Ud. muy bien sabe que es mi favorito,
que es siempre y será en mi corazón,
favorito al que daré
mi devoción.
Escuché pues esta profesión de fe,
nunca a mis hijos
le he dicho lo que a Ud.
Que es hermoso este amor que le profeso,
Que quiero que me quiera pues soy viejo.
Que tomado de mi mano camine por ahí,
Sintiendo del amor que nadie me dio a mí.

En paralelo y fuera de serie

por Sonia M. Rosa-Vélez

Nada nos une,
Tan diferentes
Vivimos solos
Sin otras gentes.
Vivimos juntos
Y no revueltos
En paralelo y fuera de serie.

Palabras con fuego

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Llegaste disparando a mansalva,
Y me quemaste con las palabras que dijiste.
Eran palabras que yo ya había olvidado,
Palabras que en mi vida ya no existen.
Palabras de mi pasado,
Juegos de juventud
De un “me provocas,
un no se que”.
Y quiero agradecerte por encender el fuego,
por quemarme con las palabras
con los fuegos reales
que efectivamente apagaré.

Galaxias

por Sonia M. Rosa-Vélez

No quiero ser tu luna,
Yo quiero ser tu sol
Mirame,
Tengo luz propia
Y viajo en mi propia
Rotación.

Slow motion

Sonia M. Rosa-Vélez

A spatial frantic haste,
crucial, fast, necessary,
It’s running reckless rhythms
in my life
like wild fires.
All that poisoned adrenaline
that keeps me in the fast track,
demented rush and dizziness
keeping me near collapse.
Give me a dose of slow motion!
The lunacy will stop. . .
Give me a dose of slow motion!
With a rhythm ultra-slow.
Give me a dose of slow motion!
Just to make a phone call.
Give me a dose of slow motion!
Send firemen, paramedics, to stop
the outrageous fury
before my body explodes.

I've changed

Sonia M. Rosa-Vélez


I don’t want to be rich, I’ve changed…
Neither want to be famous, I’ve changed…
since the moment you arrived, I don’t know,
I am somewhat surprised I am not the same.
Can you see the difference you have made?
Please believe, I can hear a new music
everywhere.
And I have this newborn child like faith,
because I see you growing everyday.
This is a stunning miracle, today,
you can call me your mother…I’ve changed.

Agua bendita

por Sonia M. Rosa-Velez

Necesito un lago de agua bendita
Para limpiar mis faltas y mi mente
Ya maldita,
Porqué perdí el amor a otros,
Porqué desconfío en casi, casi todos,
Por que mi inocencia hace tiempo la perdí,
Necesito agua bendita que me repare a mí.

Agua hispana

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Quiero que lluevan eñes y castañuelas, quiero que
llevan cuatros y panderetas,
Esta lluvia callada me parece infernal,
Quiero que lluevan acentos por montones
Y que la gente oiga truenos de los buenos y bongoes.
Y que mujeres con tacones muy altos bailen en las
calles y que corran en cadencioso ritmo mientras la
lluvia cae,
no como estas criaturas seudo-mujeres de aquí, todas
vestidas de negro y sin un do-re-mi.
Quiero que llueva a todo dar,
Torrencialmente, sin pena y luego el sol salga a
quemar todas las callejuelas.
Esta lluvia extranjera me enloquece,
Quiero que lluevan acaloradas pasiones a cien por
hora.
Y que esta gente aprende a liberar sus emociones.

Anacaona

por Sonia M. Rosa-Vélez

Hey, Anacaona lives in me,
So be careful con lo que andas haciendo por ahí,
I’m the offspring of a RACE of dangerous woman,
Amazonas they call them
Go find out, read!
So be carefull my dear
Estoy que quemo
So be careful my dear,
This is not any old lady,
Mujer de agua y también mujer de fuego…
Don’t you dare to look down on me
Remember... yes! Anacaona vive en mí…