miércoles, abril 30, 2008

Entre hermanas



Cuento

por Sonia M.Rosa-Vélez

La caja de zapatos era el lugar adecuado para poner al pequeñín.
Todas lloraban desconsoladamente. Cantaron unos cánticos que habían aprendido en la iglesia protestante que frecuentaban.
Nos veremos junto al río- entonaban muy afinadas las cinco niñas- cuyas aguas cristalinas fluyen puras argentinas, frente al trono de nuestro Dios. Oh si nos congregaremos en la ribera hermosa del rio, cuyas aguas vivas dimanan del trono de nuestro Dios.
Todas llevaban en sus manos sendos arreglos florales de flores silvestres.

La madre cargó la caja con el cuerpo del pollito, rubio, inerte, tieso y como que desinflado.

El padre cavó de manera enérgica un hoyo en l a tierra.

La madre oró:- Padre nuestro recibe a este pollito en el cielo de los animales.

De ahí en adelante todas creyeron como quien cree en un evangelio que existe un cielo para los animales buenos.

Abriles negros



por Sonia M.
Rosa-Vélez

(En memoria de aquellos que murieron en la Masacre de Virginia Tech)


Abriles negros,
comprometidos con el dolor,
de la madre tierra que pare, con su sangre primaveras.
Primaveras febriles, primaveras con cáncer,
primaveras calladas,
en los abriles de muerte,
falsamente hermosos, en que lloran
los amados de aquellos que murieron en abriles asesinos.
Y miro desde afuera los abriles, con sentencias de muerte,
borrachos de venenos,
creados a la medida,
para matar al enemigo y no al amigo.
Abriles de silencios colectivos,
de entierros masivos,
velorios, música mortuoria,
velas encendidas en memoria
De aquellos que murieron prematuramente.
Abriles de anuncios fatales.
Abriles negros cargados de dolor en el aire.

Monstruos (Cuento)


Por Sonia M.Rosa-Vélez

Esto de tener sueños malos me persigue desde que era chiquito. Hoy a mis dieciséis años de edad te puedo decir que no es fácil, tener que batallar los monstruos en las noches de tú niñéz. Por lo menos tengo el consuelo de tener padres creativos que me han ayudado en esta lucha.

Todo comenzó cuando solo tenía cuatro añitos, lo recuerdo con claridad, como si fuera ayer. Había pasado el huracán Georges y entre la destrucción y cambios al paisaje que dejó en nuestra aldea, también dejó a un grupo de monstruos.
La aldea, era un lugar tranquilo previo al huracán. Todos jugábamos en casa de todos. Y aunque yo no era pariente de ninguno de aquellos chicos ellos eran como mis primos. Era un lugar seguro, libre de monstruos.

Los monstruos comenzaron a salir de debajo de mi cama solo tres días después del huracán. Toda la aldea estaba a oscuras y luego de jugar un ratito en la oscuridad todos nos íbamos a dormir temprano acompañados por nuestras linternas de mano. Mis padres estaban acostados y casi inmediatamente pude escuchar el ronquido a dúo de mis padres que tanto me confortaba.

Solo pasaron unos segundos cuando los escuché por primera vez. Se reían, con risas burlonas, chillaban y se movían en puntitas de pies, como para que yo no los oyera, pero yo estaba despierto y los había escuchado con claridad. Rápidamente busqué mi lámpara de mano, la encendí y los vi por primera vez. Un grupo de monstruos se paseaba por debajo de mi cama, se asomaban y me miraban con miradas burlonas. Sin pensarlo dos veces grité:-¡Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaami, Paaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaapi, Maaaaaaaaaaaaaaaaaaa, Paaaaaaaaaaaaaaaaa!
Ambos llegaron al lado de mi cama en segundos. No sabía que mis padres eran tan veloces. Llorando, casi sin poder hablar les dije:
-“Hay unos mons, mons, monstruos debajo de mi cama”-

Ellos buscaron y buscaron pero se habían esfumado. Me preguntaba: ¿Habría monstruos debajo de las camas, vecinos y casi primos Victor y Alex? Mis padres me creyeron aunque sabían que era un niño con una saludable imaginación.

Yo comencé a demandar desde ese momento que mis padres alquilaran los servicios de un cazador de monstruos. Alguien super-fuerte y super-valiente tenía que venir a protegerme de estos fastidiosos monstruos.

Todas las noches a la misma hora venían los monstruos a visitarme. Ellos se veían tan cansados como yo. Eran destructivos, su propósito era destruir mi cuarto y mis juguetes. Mis gritos se escuchaban por toda la aldea. Lo habíamos intentado todo. Mi padre durmiendo conmigo, mi madre durmiendo conmigo, los tres durmiendo juntos, dormir en casa de los vuelos, teses medicinales, oraciones especiales al ángel de la guarda, cambiar todo de lugar en mi cuarto…

Ya estábamos sin recursos cuando un día mi madre dijo. -”Necesitas tus propios monstruos. Monstruos buenos, guerreros que te protejan de estos fastidiosos monstruos que pretenden mudarse a vivir debajo de tú cama”- dijo ella, como si los monstruos buenos se consiguieran anunciándose en las páginas amarillas. Grande fue mi sorpresa cuando ella llegó a la casa ese mismo día con una sábana. Una sábana llena de monstruos. Criaturas de todo tipo y de todos los colores, un dragón humeante como chimenea y dos pececitos muy simpáticos que me preocuparon desde la primera vez que los vi. Mi madre estiró la sábana frente a mis asombrados ojos de niño de cuatro años y me dijo:- “ Juanchi Bercedoni, estos son tus monstruos. No te engañes, los que se ven más buenos y simpáticos son los más peligrosos. Esos dos pececitos tienen el poder de convertirse en pirañas del Amazonas, en ballenas asesinas y en los más feroces tiburones caribeños, que de una mordida se pueden devorar a cualquier monstruo”. –“Todos los días- dijo ella muy solemne-“ vas a tender tú cama con esta sábana poderosa”. –“Estos son tus monstruos que te protegerán de noche y batallarán hasta que expulsen a todos los monstruos que quieren vivir debajo de tú cama.”

Mis monstruos tuvieron que pelear tres noches corridas contra los monstruos invasores. Cuando yo los sentía llegar, me arropaba con mi sábana protectora y mis monstruos, sin mucha prisa se despegaban de la tela y peleaban como fieras !Qué batallas! Mis favoritos eran los peces. Tenían una estrategia perfecta al lucir tan buenos y luego transformarse en gigantes hambrientos del Mar Caribe. Miraba las batallas campales por una hendijita de la sábana, temblando en un esquina de la cama, calladito mientras mis monstruos regresaban a la cama conmigo victoriosos. Luego de la batalla se sentían calientitos y yo me acurrucaba con ellos a dormir. Y dormía como un rey protegido por su propio ejército.

Desde entonces no me han vuelto a visitar ningún tipo de monstruo. Nunca olvidaré las batallas de las que fui testigo durante aquellas noches.

Todavía tengo mi sábana anti-monstruos guardada en el clóset del pasillo. Se que mis monstruos están ansiosos, aunque descansados esperando la próxima invasión.

Angel de la guarda



por Sonia M. Rosa-Vélez

Desde niña siempre tuve una imaginación saludable. Mis noches siempre estaban llenas de sombras, monstruos, ruidos de animales, criaturas que asustaban y ángeles.

En mis momentos de temor mami me recordaba el verso popular tan hermoso que decía: - “Angel de la guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día , no me dejes solo que me perdería”. Esa fue la primera oración que me aprendí y allí comenzó mi relación con los ángeles.

Mis ángeles, no eran los ángeles de otros niños y niñas. Los míos eran una fibra especial de mi imaginación. Los ángeles de los calendarios, frescos y hasta los del cementerio me parecían afeminados, debiluchos, tontos y demasiado obedientes. Los míos no eran nada de eso.

Primero en mi mente un angel no podía ser un niñito regordete con alitas blancas. Mis ángeles eran y son guerreros, una mezcla de soldado romano, ninja y un “marine” de fuerzas especiales. Un super-hombre con alas, un gigante, levantador de pesas, con cada uno de sus músculos super-desarrollados en su sitio, luciendo su fuerza y su perfección.

De las alas de los angeles tradicionales, ni me hables, solo las palomas tienen alas blancas, mis ángeles tienen alas de águila, y cuando entran en batalla las alas cambian de color de marrón a los rojos más encendidos en los crisoles más brillantes que el más hermoso de los arcoriris.

Tampoco mis alados mensajeros divinos no andan por ahí, con las manos dobladas en señal de oración. No, los míos andan armados hasta los dientes, de batalla campal en batalla campal. Tienen espadas afiladas, estrellas ninja, lanzas, arcos y flechas, todo lo que se necesito para eliminar a los enemigos.

Desde niña mi angel ha sido alguien único excepcional.

Todas las noches aún a mi edad le agradezco a Dios por escogerlo así de fuerte y extraordinario para mi.

Salmo 34:7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.

martes, abril 29, 2008

Dog Heaven


(Cuento)
por Sonia M. Rosa-Vélez


Estaban todos corriendo como una banda de locos.

Otros de ellos se dejaban rascar por manos incansables que les hacían cosquillas en aquellos lugares especiales.
Algunos de ellos dormían a pata suelta a pesar de que otros aullaban a la luna como lobos barítonos y tenores.
Otros eran indiscretos y perseguían a unas ardillas que parecían gimnastas olímpicas.
Esa es una tierra de libertad total, puedes hacer lo que desees.

El letrero en la entrada leía: -“No hay cadenas, ni castigos, ni comandos que obedecer"-.

Bienvenidos a “Dog Heaven”

Aguada



por Sonia M. Rosa-Vélez

Te miré,
tumbada en los valles de mi mente
existes entre playas y montañas,
cañaverales y riscos
mojados por el rojizo y poderoso Culebrinas.

Mientras las guajanas canosas, vuelan movidas por el viento
del mar Caribe.

Y hueles a azúcar, y sabes a helado de maíz,
y suenas a salsa
a banda acústica,
a música de batuteras
acaloradas que marchan
por tus calles principales,
mientras en medio de ese sueño se esculla el corillo que repite una y otra vez:
-“ Yo soy de Aguada, pa’ que tú lo sepas”-

Chronic Fatigue Syndrome

por Sonia M. Rosa-Vélez

Estoy permanentemente cansada,
Estoy vitaliciamente cansada,
Solo con energía para mover los dedos en este teclado que me cansa...
Sin embargo me libera con palabras que describen cuan cansada me siento...
Cuando me acuesto cada noche y no duermo, preocupada por detalles tan absurdos, con dolores que consumen a mi mundo y me levanto atada a estas palabras que no despierta el café, el té, la cola o nada es un cansancio ancestral, generaciones que ahora viven en mi con lentitud, con ansiedad, con sinsabores. Y camino sin poder un día de cansancios para poder llegar a casa y morir en primera plana o en el baño, sin poder moverme y respirando de a poquitos mientras los trastos sin fregar me llaman a los gritos.

sábado, abril 26, 2008

Star Trek

Por Sonia M. Rosa-Vélez


Veía el programa a diario con devoción religiosa. Todos en la casa sabían que de 10 a 11 el televisor era de ella. El que osara interrumpir la sagrada adicción se encontraba de frente con la ira de Alicia, que con una bocanada de aire les lanzaba su mejor "guiltrip".
-“Acasoustedesnosedancuentaqueesteeselúnico programaqueyoveodespuesdetrabajartodoeldiacomounanegraesclava.Yonotengoviciosyonovisitoanadieyosoloveoesteprogramitadediezaonceyustedesnomepuedendejarverloenpaz.

Ese era solo la introducción de una bien ensayada letanía que hacía que la familia se fuera en retirada a sus repectivos cuartos para no escuchar la voz chillona y el rezo acelerado de Alicia.

Las naves espaciales aparecían y ella era otra.

Crisis previa a un examen

por Sonia M. Rosa-Vélez


No se suficiente,
olvidé las fechas y los movimientos,
me se generales pero no momentos.
Un poco de todo y nada de nada.
El cuento, poesía, ensayo y la nada.
Críticos con nombres que no aprenderé
porque no se nada.
Yo se que no se.
Me uno a quien dijo: “Yo sé quien yo soy”.
Y yo soy aquella, la que ya olvidó lo que bien sabía
y que recordó solo tonterías.

Cosmogénesis

por Sonia M. Rosa-Vélez

No se si fui primero,
Si lluvia, nube o río,
Solo se que sentí...
La vida mojada
Siempre mojada con unas
lagrimas que no cesaban.
Recorrí mares, valles, ríos,
Viví en las montañas sin pena ni hastío, y
Siempre fuí mojada,
Viviendo las tristezas de otros,
Y las mías a veces tan remotas
Se iban y venían.
Y así nació mi mundo
Un mundo de reacciones en cadena,
Abrazada a una pena,
Donde solo los que nadan sobreviven,
Y solo los que lloran aquí viven.

Obseciones privadas

por Sonia M.Rosa-Vélez



Muere la gente en Indonesia,
Siguen las guerras por dondequiera
y yo me obsesiono pensando en ti.
Suena tan tonto pero es así.
El idealismo ha muerto y solo quedo yo,
Pensando en ti,
Y mueren flores y nacen flores,
Caen gobiernos, nacen naciones,
Descubren el secreto de la vida
y yo siempre perdida
en ese universo de silencios que eres tú,
pierdo mi vida, mi juventud,
y ya olvidé las ilusiones
de cambiar al mundo,
escribir canciones,
hoy solo pienso en ti y en mí.
Como pierdo el tiempo
En ser infeliz.

Iguanas

por Sonia M. Rosa-Vélez

Extraño a las iguanas, las de un color
impredecible, curvilíneas,
las que van por la casa a visitar con prisa.
Aquellas que mi perro odia con saña:
gorditas,
panzonas
y veloces.
Que me miran como quien bien me conoce.
Las extraño, en este lugar sin iguanas,
sin sorpresas
ni bullicio de hojas secas
de caminar verde de iguanas,
las extraño en este lugar
gris donde nadie al salir me reconoce.

Agua amarga

Por Sonia M. Rosa-Vélez

Llueve y no para de llover
Con una lloviznita cala huesos
Es una lloviznita
De las de a peso
Majadera,
Pequeñita
Y molesta
Que no para
De filtrarse por las grietas
Como una enfermedad
Que ya sin cura
Se riega por todas partes
En callada
Amargura.

Dormir o no dormir

por Sonia M. Rosa-Vélez



Dormir, en un tic-tac
cansado sin descanso.
Dormir, la meta innalcanzable, la meta que en un ciclo no se acaba,
regresa cada día
a exigir su lugar…

Dormir, en un tic-tac de pesadillas con, serpientes y ratones que se esconden,
en los rincones
para burlarse de mí en las madrugadas alucinadas.
En el casi sueño, en el suspenso
que no es dormir,
es casi dormir.

Dormir,
en un tic-tac cansado,
con días sin descanso,
con noches de ojos hinchados,
de cerebros preocupados por
dormir.

Tierra maldita y divina...

Por Sonia M.Rosa- Vélez

La tele, la maldita tele me trae estas imágenes que tanto hieren,
De un suicida que mató a veinticinco en Palestina, de la guerra que
Solo aumenta nunca termina.
De un odio milenario que nunca perdona,
Del ojo por ojo que amarga y no oye la voz que implora.
Piedad para los niños de esas tierras.
Perdón por los pecados cometidos en otras guerras.
Paz para el futuro de mi hijo,
Paz para aquél que no ha nacido.
Y los misiles explotan a diestra y a siniestra,
Solo se oyen los gritos de dolor de la guerra. Y los susurrros por paz nadie los oye y, los rezos por un cambio, mueren en los callejones de una tierra que se conforma con vengar a los muertos en un círculo que nunca tendrá fin. Y los susurros por la paz nadie los puede oir.

Sapos

por Sonia M. Rosa-Vélez

Sapos verdes,
Sapos amarillos,
Sapos pequeños, medianos y gorditos,
Cantando en serenata un lelolai,
Con eco de pantanos, montañas, y de ríos.
Sapos multicolores,
Sentados entre flores,
Pidiendo ayuda, pidiendo auxilio.

Algo espiritual

por Sonia M.Rosa-Vélez

Algo espiritual
he caminado
y no lo puedo
explicar es tan callado.
Que vino y se sentó
al lado de mi alma,
luego me abrazó,
me contagió su calma.
Y me ayudó
de nuevo a vivificar
mi sangre de una nueva esperanza.

Cordillera Central

por Sonia M.Rosa-Vélez

Cuando vi tu figura
vestida de verdura y esbeltez
sentí una sensación extraña pero pura,
porque a tu lado nuevamente regresé.

Recordé las canciones de madrugadas viejas,
Reviví los recuerdos, las voces del ayer.
Y una brisa trajo ecos de canciones, de quejas,
Que me decían:- “ A las alturas tienes que volver”-

Interminables son las curvas de tu cuerpo,
en el horizonte no se ve tu final.
Recibe la emoción de este mi verso.
Gracias por no olvidarte de tu hija
que vuelve a escribirte emociones
Cordillera Central.

EN BABIA

He vivido en Babia por mucho tiempo. A veces salgo y visito esa ciudad mítica por solo unos minutos. Con eso me basta. Muchas otras me las paso temporadas enteras en Babia, haciendo lo mio, jugando con las musas. Las musas mas bonitas viven en Babia. Allí escribo sin que nadie me apure o que me diga que debo volver a trabajar, comer, bañarme, vestirme o lucir de una manera en particular. En Babia puedo andar en pajamas y pantunflas día y noche, a nadie le importa.
El clima es perfecto, los días pasan callados y lentos. En Babia no existe la maldad ni el dolor. Cuanto deseo pasarme la vida en Babia.