miércoles, abril 30, 2008

Angel de la guarda



por Sonia M. Rosa-Vélez

Desde niña siempre tuve una imaginación saludable. Mis noches siempre estaban llenas de sombras, monstruos, ruidos de animales, criaturas que asustaban y ángeles.

En mis momentos de temor mami me recordaba el verso popular tan hermoso que decía: - “Angel de la guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día , no me dejes solo que me perdería”. Esa fue la primera oración que me aprendí y allí comenzó mi relación con los ángeles.

Mis ángeles, no eran los ángeles de otros niños y niñas. Los míos eran una fibra especial de mi imaginación. Los ángeles de los calendarios, frescos y hasta los del cementerio me parecían afeminados, debiluchos, tontos y demasiado obedientes. Los míos no eran nada de eso.

Primero en mi mente un angel no podía ser un niñito regordete con alitas blancas. Mis ángeles eran y son guerreros, una mezcla de soldado romano, ninja y un “marine” de fuerzas especiales. Un super-hombre con alas, un gigante, levantador de pesas, con cada uno de sus músculos super-desarrollados en su sitio, luciendo su fuerza y su perfección.

De las alas de los angeles tradicionales, ni me hables, solo las palomas tienen alas blancas, mis ángeles tienen alas de águila, y cuando entran en batalla las alas cambian de color de marrón a los rojos más encendidos en los crisoles más brillantes que el más hermoso de los arcoriris.

Tampoco mis alados mensajeros divinos no andan por ahí, con las manos dobladas en señal de oración. No, los míos andan armados hasta los dientes, de batalla campal en batalla campal. Tienen espadas afiladas, estrellas ninja, lanzas, arcos y flechas, todo lo que se necesito para eliminar a los enemigos.

Desde niña mi angel ha sido alguien único excepcional.

Todas las noches aún a mi edad le agradezco a Dios por escogerlo así de fuerte y extraordinario para mi.

Salmo 34:7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.

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